lunes, 29 de marzo de 2010

Tormenta

Surge la tormenta, voraz veneno que todo lo incendia.

Derriba la calma, y se pierde en los pliegues de tu cara.

Contamina las palmas, y las huellas se pierden en tu cuerpo.


Reclama el fuego que le pertenece, la sed que le falta,

la bruta necesidad de sentirse poblada de palabras.


Atrae fantasmas ciñendo la noche que nos contempla,

y en un suspiro ahoga los ruidos secos de nuestra desgracia.


Pulso devorado por el tiempo, marcas de horas pérdidas,

horas que nos dejan, fingiendo el falaz momento de sinceridad.


Nos arrancamos la piel, y sólo la verdad se desnuda ante nuestros ojos

que somos uno, y no tenemos remedio.


Lentamente, el agua golpea nuestro inconsciente,

y lava la mecha de ironía contenida.

Galopa nuestro enfermo deseo de no contenernos,
y la locura nos cabalga a los límites de nuestro fuego.


Que somos Uno, y ya no tenemos remedio.


y que ya no quede nada...