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martes, 15 de septiembre de 2009

Un día de "esos"

Hoy está en uno de esos días en los que quisiera abandonar la carne que la aprisiona, “la fútil carne”, resopla entre dientes. Deseando desligarse de todo aquello que la ahoga, cortar e irse lejos. Tal vez para seguir alguna luz que la lleve, finalmente, al ocaso de sus días.

En este momento siente cómo un nudo grande se apodera de su garganta, no la deja respirar. Un gran nudo que absorbe su ser finito, completo de palabras jamás pronunciadas. Mientras, mira a su alrededor, y se percata de que ahí no más esta el borde, que el abismo siempre estuvo bajo sus pies.


Hoy es uno de esos días en los que ya nada le importa, y todo se vuelve tan claro como para dejar volar las ansias y despedir la esperanza para siempre. Tal vez ser como Alfonsina y confundirse con el mar o, en un arrebato de sinceridad consigo misma, dejar de batir las alas.

-Si esto es el borde -se pregunta- ¿Por qué las llagas en la piel aun me duelen? ¿Por qué las lágrimas que nunca lloré hoy me queman el pecho…? ¿Por qué me lastima tanto el aire que entra por mis pulmones?-

Se imagina allí, donde tantas veces se sentó a murmurar un deseo falaz, y se siente vencida. Los días la acechan y se apresura el hielo en su sangre, etérea confirmación de que todo cambia para volver a ser igual.

Hoy es uno de esos días, en los que deja atrás los temores, toma la angustia y se va lejos... para no volver nunca más... aunque tenga que estar allí mañana otra vez...

jueves, 25 de junio de 2009

Olvido

Te extraje de mis recuerdos - Sí, a vos -.

Te succioné de mi piel, de mi sangre y de mis sabanas, para sepultarte en los ojos de cualquier desconocido.
Me descamisé el alma y solté el albedrío, para ya no latirte, para fundirte en la no existencia.
Extendí mis noches y mis besos en caminos perdidos; me fugué para siempre de una Yo dolida...
Y aun así no pude descoserte de mis manos.

Y otra vez aquí estoy, pernicioso destino, sepultando tu recuerdo, olvidando tu mirada, convirtiéndote en un fantasma.
Tal vez de tanto negarte, algún día ya no existas.
O, mejor aún, nunca hayamos existido ninguno de los dos.

Clipsa