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lunes, 19 de octubre de 2009

La última vez

-Por última vez- dijo ella, en una agónica mirada
-Sí! Por última vez- repitió él, obediente

Por última vez tu voz, tus besos, tu piel,
tu sudor, tu aliento,

tus manos, tu llanto, tus ojos,
tus cabellos, tu incierto,

tu desidia, tu ironía, tus gritos,
tus mentiras, tus silencios,

tus pies, tus labios, tu sarcasmo,
tus delirios, tu sinceridad,

tu angustia, tu noble martirio, tu sonrisa,
tu mediocre abstinencia,

tus brazos, tu estomago, tu cuerpo, tu herida,
tu inocencia mal parida...

por última vez vos y yo, en esta partida que es la ida de nuestra alegría.

Por última vez: Adiós!

Y se marcharon, cada uno por su lado.
Cada uno con una importante mitad de lo que ya no volverían a tener,
sin comprender por qué, sin tener que volver.


martes, 7 de julio de 2009

La cocina

El mueble de la cocina está roto. Le falta una puerta. También está desordenado. Ya se va a acomodar, en algún momento los alimentos se acabarán.
El piso de la cocina está sucio. Se cayó la mermelada de frutillas. Tal vez resbaló sobre el paquete de azúcar y fue a parar directamente al borde de la mesada. Se partió en dos. Tal vez se arrojó ella misma, aprovechando la faltan de puerta, cansada ya de ser ignorada frente al dulce de leche.
Dos de cuatro hornallas no encienden. El horno no funciona, y los azulejos están grasientos. La pava no silba y la lechera tiene una fuga.
Sobre la mermelada bien untada, nevó medio kilo de polenta y como centro, una nuez moscada quedó.
Los platos están rotos, los vasos también. Todos yacen en la bacha, junto a un par de cuchillos y un tenedor, cubiertos de fideos mortecinos.
No me espantan las moscas. La cocina esta sucia. Mi corazón, muerto.

lunes, 26 de enero de 2009

cable a tierra...

- ¿Un cable a tierra? ¿Estas segura? - Tenía en su rostro esa chispa propia de la juventud.
- Si, un cable tierra, una conexión que me descontamine de lo rutinario. Que sea mi escape... - Pronunció las ultimas palabras con cierto temor, casi intuyendo que su respuesta no satisfacía a su interlocutor.
- No, no, no. Vos no necesitas un cable a tierra. - Rió jocosamente, impregnando la habitación de ese plateado sonido. - Ya tenés demasiadas conexiones a la tierra. Lo que te vendría muy bien es un hacha filosa y un par de alas. - Otra mirada centelleante.
- ¡¿ Cómo?! - Sonrió ampliamente, fijo la mirada en la luz que la inquiría arduamente; hizo un silencio breve, y... - ¿Cómo es eso? ¿De qué me servirían esos elementos? -
- Animate. Te pones las alas en la espalda, en la cabeza, en los pies o en el pecho, donde te plazca
- Sonreía con cada palabra, y cada ocurrencia incrementaba el entusiasmo - Una vez que las tenes puestas, yo agarro el hacha y corto todos tus cables a tierra; y ahí nomas las agitas bien fuerte - La emoción desbordaba en sus labios, en sus ojos, todos los poros de su piel emanaban aroma a libertad - Y te vas lejos, muy alto, te subís a un sueño... y finalmente sos vos... - Pronunció las ultimas palabras extasiado.
Ella aún lo miraba desde el umbral de la puerta, veía como la habitación se había inundado de mariposas, sintió el sol nacer en sus entrañas, para correr luego por sus venas; y floto hasta sus brazos, mientras los días vencidos caían de su piel como se desprende una hoja del árbol en otoño. Estrechó en aquel abrazo la chispa de su mirada, el dolor que no los dejaba, las palabras cargadas de emoción, el aroma a libertad, el aleteo de mariposa y su enorme cuerpo.
Fue la primera vez que Isabel se sintió Viva realmente, y ya no tuvo miedos.

alto, muy alto, como para atrapar nubes...




jueves, 2 de octubre de 2008

El espejo (Prosa)

Un día, uno cualquiera, se levanta y se mira al espejo.
Se toca la cara, se acaricia el pelo, da una vuelta, y sí; ahí esta Ella.
Se vuelve a tocar, hasta intenta pincharse con una uña.
No esta segura, pero Otra no puede ser.
Vuelve a mirar, con más intensidad, busca en el fondo de sus ojos, porque dicen que allí reside el alma.
Y, finalmente, se rinde.
Es real, es Ella, y esta allí, del otro lado del espejo, le sonríe complaciente.
Se mira una vez más, se guiña un ojo, y sale derecho a enfrentar su destino:
Está enamorada.

viernes, 26 de septiembre de 2008

Ella...

Antes de conocerlo a Él,
la vida ya le había dado tres cachetazos,
había tenido un momento fatal,
y su piel había incursionado en los suelos del infierno.


Tomado en cualquier esquina
y dejado en algún rincón, antes de Él,
sus labios fresas habían probado
todos los sabores.


En su cuerpo gris las noches eternas
se extinguían ya,
en el recuerdo borroso
de algún borracho infiel.

Y Ella sabía, lo podía sentir
en el fondo de su alma,
que una caricia de aquel aparecido
era capaz de cicatrizar las heridas.


Rodeó la mesa con la complacencia
de quien a su propia muerte burla,
y mientras lo invitaba con sus ojos oscuros,
levanto una mano, y dejó caer sus entrañas.


Una caricia de Él podía más, mucho más,
que cicatrizar las heridas,
y ella lo supo cuando voló ágil al cielo
entre sus brazos.


a veces las Alas no hacen falta...