viernes, 17 de octubre de 2008

Silencio...

Sube la marea,
el agua confunde su extremidad inferior con la arena...

En algún rincón la gaviota aun vuela...

El viento entreteje sus cabellos con alguna nube pasajera,
y sus sueños cobran altura...

Se seca la lágrima jamás exhalada,
y se deja derrumbar...

Cae atestada de fantasmas,
ahora el silencio reina en su alma...

Es un día cualquiera, es una tarde común...
Sólo cae, y el silencio la acompaña...

alas frágiles...

miércoles, 8 de octubre de 2008

Neruda y Yo

15

Me gustas cuando callas porque estás como ausente,
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca.


Como todas las cosas están llenas de mi alma
emerges de las cosas, llena del alma mía.
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,
y te pareces a la palabra melancolía.


Me gustas cuando callas y estás como distante.
Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:
déjame que me calle con el silencio tuyo.


Déjame que te hable también con tu silencio
claro como una lámpara, simple como un anillo.
Eres como la noche, callada y constelada.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.


Me gustas cuando callas porque estás como ausente.
Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, una sonrisa bastan.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.


Me gustas cuando callas... y me miras, como si yo estuviera lejos, volando en algún cielo privilegiado. Y me dejas callar... me miras en el mismo silencio que me reina y me condena.
Mi silencio sencillo se vuelve importante cuando a él te subes, y sueñas conmigo los sueños de los titanes dormidos... Y el día se convierte en noche, noche que nos abriga con su constelación brillante...
Y me sonríes, en ese silencio que nos ata, mientras escribes, y mi melancolía se convierte en nuestra... Entonces te miro, porque me miras y me sonríes... Me gusta cuando callas y me dejas callar, el aire infinito se contagia de la magia de nuestras miradas, y te sonrío porque estas, porque estoy...

jueves, 2 de octubre de 2008

El espejo (Prosa)

Un día, uno cualquiera, se levanta y se mira al espejo.
Se toca la cara, se acaricia el pelo, da una vuelta, y sí; ahí esta Ella.
Se vuelve a tocar, hasta intenta pincharse con una uña.
No esta segura, pero Otra no puede ser.
Vuelve a mirar, con más intensidad, busca en el fondo de sus ojos, porque dicen que allí reside el alma.
Y, finalmente, se rinde.
Es real, es Ella, y esta allí, del otro lado del espejo, le sonríe complaciente.
Se mira una vez más, se guiña un ojo, y sale derecho a enfrentar su destino:
Está enamorada.