lunes, 23 de noviembre de 2009

Mudanza

Me voy.

Me alejo de tus noches frías y de tus silencios eternos.

Me voy y te dejo,
me mudo y me llevo las frazadas.

Quiero abrigar la falaz esperanza de que la vida
no es ni tan ruda ni tan cruda.

Sobra piel en tu alcoba, y carne en tus manos.

Te dejo y me voy.
Me voy para nunca más recordarte.

Me mudo de ropas y de sueños.

Te dejo, eternamente te dejo y me voy.

Adiós.

alas plegadas practicando el vuelo veloz...

Versos a la tristeza de Buenos Aires...


Y yo se que sí, que hablamos de lo mismo, no importa cuánto tiempo después o en qué tiempos nos hayamos proyectado. Cuando te leo es como alborotar el agua con sólo agitar los dedos...


Tristes calles derechas, agrisadas e iguales,
por donde asoma, a veces, un pedazo de cielo,
sus fachadas oscuras y el asfalto del suelo
me apagaron los tibios sueños primaverales.

Cuánto vagué por ellas, distraída, empapada
en el vaho grisáceo, lento, que las decora.
De su monotonía mi alma padece ahora.
-¡Alfonsina!- No llames. Ya no respondo a nada.

Si en una de tus casas, Buenos Aires, me muero
viendo en días de otoño tu cielo prisionero,
no me será sorpresa la lápida pesada.

Que entre tus calles rectas, untadas de su río
apagado, brumoso, desolante y sombrío,
cuando vagué por ellas, ya estaba yo enterrada.

Alfonsina Storni