martes, 27 de junio de 2017

Estoy enferma de urgencia,
de necesidad...

De saltar mil mares
desatar mi maleza...
germinar la esperanza
arrasar la confianza
domesticar las ganas
asaltar las lágrimas
conquistar los miedos
enfrentar los sueños
sentir el alma
correr la esperanza
alcanzar la risa
detener el llanto

Estoy infectada de vida

Porque sonríe...

Vos la ves ahí, parada, transparente, 
como atravesada por el tiempo, los años, 
las vueltas a sol o vaya una a saber qué, 
pero la ves... 
Así, transparente, sonriendo. 
Y no podes dejar de preguntarte: 
¿por qué sonríe? 

Y esa sonrisa petrificada en el aire 
te perfora la memoria, 
hace arder tu existencia y te quema todo por dentro. 
Y te volves a preguntar: ¿por qué sonríe?

Mientras tanto, en un arrebato de ignorancia, 
crees que podes cultivar algún sueño. 
Y, tal vez, perder alguna voz, 
esa que vuelve y vuelve, una y otra vez.

Y no, no sabes por qué ríe ni por qué la voz no te deja, 
y te quedas ahí...
agachada en la nada, sudando silencio...
congelada en la almohada, recordando su mirada...

Y la ves, de nuevo la ves, parada en la plaza, 
como transparente, atravesada por los años, 
sonriendo de punta a punta.
Y sabes, un golpe de llanto te lo confirma, 
que ya no está en la plaza, ni sonríe, ni te llama... 

Y sin embargo el tiempo se quiebra en tu espalda, 
y su mirada atraviesa el viento
se amarra a tu alma y ya no te suelta.