Vos la ves ahí, parada, transparente,
como atravesada por el tiempo, los años,
las vueltas a sol o vaya una a saber qué,
pero la ves...
Así, transparente, sonriendo.
Y no podes dejar de preguntarte:
¿por qué sonríe?
Y esa sonrisa petrificada en el aire
te perfora la memoria,
hace arder tu existencia y te quema todo por dentro.
Y te volves a preguntar: ¿por qué sonríe?
Mientras tanto, en un arrebato de ignorancia,
crees que podes cultivar algún sueño.
Y, tal vez, perder alguna voz,
esa que vuelve y vuelve, una y otra vez.
Y no, no sabes por qué ríe ni por qué la voz no te deja,
y te quedas ahí...
agachada en la nada, sudando silencio...
congelada en la almohada, recordando su mirada...
Y la ves, de nuevo la ves, parada en la plaza,
como transparente, atravesada por los años,
sonriendo de punta a punta.
Y sabes, un golpe de llanto te lo confirma,
que ya no está en la plaza, ni sonríe, ni te llama...
Y sin embargo el tiempo se quiebra en tu espalda,
y su mirada atraviesa el viento
se amarra a tu alma y ya no te suelta.
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