viernes, 26 de septiembre de 2008

Ella...

Antes de conocerlo a Él,
la vida ya le había dado tres cachetazos,
había tenido un momento fatal,
y su piel había incursionado en los suelos del infierno.


Tomado en cualquier esquina
y dejado en algún rincón, antes de Él,
sus labios fresas habían probado
todos los sabores.


En su cuerpo gris las noches eternas
se extinguían ya,
en el recuerdo borroso
de algún borracho infiel.

Y Ella sabía, lo podía sentir
en el fondo de su alma,
que una caricia de aquel aparecido
era capaz de cicatrizar las heridas.


Rodeó la mesa con la complacencia
de quien a su propia muerte burla,
y mientras lo invitaba con sus ojos oscuros,
levanto una mano, y dejó caer sus entrañas.


Una caricia de Él podía más, mucho más,
que cicatrizar las heridas,
y ella lo supo cuando voló ágil al cielo
entre sus brazos.


a veces las Alas no hacen falta...

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