lunes, 26 de enero de 2009

cable a tierra...

- ¿Un cable a tierra? ¿Estas segura? - Tenía en su rostro esa chispa propia de la juventud.
- Si, un cable tierra, una conexión que me descontamine de lo rutinario. Que sea mi escape... - Pronunció las ultimas palabras con cierto temor, casi intuyendo que su respuesta no satisfacía a su interlocutor.
- No, no, no. Vos no necesitas un cable a tierra. - Rió jocosamente, impregnando la habitación de ese plateado sonido. - Ya tenés demasiadas conexiones a la tierra. Lo que te vendría muy bien es un hacha filosa y un par de alas. - Otra mirada centelleante.
- ¡¿ Cómo?! - Sonrió ampliamente, fijo la mirada en la luz que la inquiría arduamente; hizo un silencio breve, y... - ¿Cómo es eso? ¿De qué me servirían esos elementos? -
- Animate. Te pones las alas en la espalda, en la cabeza, en los pies o en el pecho, donde te plazca
- Sonreía con cada palabra, y cada ocurrencia incrementaba el entusiasmo - Una vez que las tenes puestas, yo agarro el hacha y corto todos tus cables a tierra; y ahí nomas las agitas bien fuerte - La emoción desbordaba en sus labios, en sus ojos, todos los poros de su piel emanaban aroma a libertad - Y te vas lejos, muy alto, te subís a un sueño... y finalmente sos vos... - Pronunció las ultimas palabras extasiado.
Ella aún lo miraba desde el umbral de la puerta, veía como la habitación se había inundado de mariposas, sintió el sol nacer en sus entrañas, para correr luego por sus venas; y floto hasta sus brazos, mientras los días vencidos caían de su piel como se desprende una hoja del árbol en otoño. Estrechó en aquel abrazo la chispa de su mirada, el dolor que no los dejaba, las palabras cargadas de emoción, el aroma a libertad, el aleteo de mariposa y su enorme cuerpo.
Fue la primera vez que Isabel se sintió Viva realmente, y ya no tuvo miedos.

alto, muy alto, como para atrapar nubes...




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