-Yo también te extraño - me respondió en un sonoro silencio.
Y ambas nos miramos tristemente, porque sabemos lo difícil que es volver a un lugar que nunca estuvo, a un tiempo que nunca fue... a unos versos que jamás se escribieron.
-Cómo me gustaría volver... - sollocé cuando ella ya estaba lejos.
Ahora siento ese invernal beso en mi espalda, y comprendo que no podrá volver. Y me empeño en imaginar la vuelta. Vuelta a un lugar que desconozco, que ya no es mío. Y el vestido ya no me entra, la piel ya no me sobra, las manos no me tiemblan.
Volver, volver... el tiempo siempre me empuja a sus pies.
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